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Fátima: la inconclusa historia de una adolescente embarazada

La evidencia científica demuestra que ser niña y tener hijos provoca un aumento de 4 veces el riesgo de morir durante el embarazo, parto y postparto.



Fátima, una adolescente paraguaya de 16 años, sintió molestias y acudió al establecimiento de salud. Le diagnosticaron una infección urinaria y un embarazo de cinco meses. Dos días después, murió. Su familia no autorizó la autopsia ni explicó el origen del embarazo. Así, pasó a ser una más de tantas historias inconclusas sobre niñas y adolescentes embarazadas. Este 26 de setiembre, en el Día Mundial de Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes, la campaña Ñañangareko convoca a la ciudadanía a evitar que se repitan casos como el de Fátima. Porque #TodosSomosResponsables.

La planificación familiar es un derecho universal en el Paraguay garantizado en la Constitución Nacional y el Código Sanitario. Sin embargo, hay niñas, adolescentes y mujeres que no pueden ejercerlo por encontrarse en situación de mayor vulnerabilidad. La desigualdad muestra que 1 de cada 20 niñas, de 10 a 14 años, en situación de pobreza tiene hijos. En cambio, ni una niña, de 10 a 14 años, de nivel socioeconómico alto tiene descendencia.

Dos de cada 10 nacimientos en mujeres paraguayas tienen como protagonistas a niñas y adolescentes de 10 a 19 años. Al año son casi 20.000 bebés de mujeres en esa franja etaria. Si ellas y sus hijos se juntaran en un solo lugar, podrían llenar anualmente el estadio Defensores del Chaco, con capacidad para alrededor de 42.000 personas. Esta realidad ubica al Paraguay en el primer puesto de los países del Cono Sur, con la más alta tasa de fecundidad adolescente (72 nacimientos por 1000 mujeres entre 15 y 19 años).

La campaña Ñañangareko (protegemos, en guaraní), impulsada por el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPyBS), el Ministerio de la Niñez y la Adolescencia (MINNA), el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), con la cooperación del Gobierno de la India, recuerda que el 45% de los embarazos en adolescentes de 15 a 19 años no fueron planificados. Es decir, casi la mitad de ellas no pudo ejercer su derecho garantizado en la Constitución Nacional. Para los responsables de esta campaña, la violación de este y otros derechos (como el derecho a la vida, a la educación sexual integral y a la salud sexual y reproductiva, al desarrollo integral y a una vida de calidad) determina que una niña o adolescente embarazada como Fátima, sea considerada una víctima de abuso.

Consecuencias para las adolescentes y sus hijos

La evidencia científica demuestra que ser niña y tener hijos provoca un aumento de 4 veces el riesgo de morir durante el embarazo, parto y postparto en niñas menores de 15 años, según informa la Organización Mundial de la Salud (OMS). En adolescentes de 15 a 19 años, el riesgo de muerte materna se duplica. A esto se agregan las consecuencias sociales: existe un mayor riesgo de abandono escolar y se perpetúa el círculo de pobreza y de violencia.
Ser hijo o hija de una niña o adolescente también conlleva un aumento del 50 % de riesgo a morir durante el primer año de vida, mayor predisposición a la prematurez, bajo peso al nacer y un impacto negativo en el desarrollo integral durante la primera infancia.
Finalmente, el desarrollo del país se ve comprometido con una población de niñas y adolescentes embarazadas excluidas del sistema (salud, educación, protección), lo que hipoteca la posibilidad de aprovechar el bono demográfico del país, oportunidad única que vive en este momento el Paraguay para dar el salto a un desarrollo sostenible. Basta con recordar que el embarazo de niñas y adolescentes representa para el país un costo de G. 768 mil millones cada año.

Prevenir con educación

El inicio temprano de las relaciones sexuales es una realidad en el país. 2 de cada 10 adolescentes confirmaron que tuvieron relaciones sexuales antes de los 14 años. Las evidencias respaldan que trabajando en normas culturales y educación se contribuye al retraso de la iniciación sexual de los adolescentes.

La campaña Ñañangareko considera que al acceder a información de manera oportuna, niñas y adolescentes cuentan con herramientas para reconocer situaciones de riesgo, como el abuso y la violencia sexual, y buscar ayuda. Por eso, es imperioso que la educación sexual integral esté en la malla curricular escolar, pues es un derecho de niñas, niños y adolescentes. También propone involucrar y fortalecer a las familias en su rol de garantes de derechos de niñas y adolescentes, y a las comunidades en la prevención del abuso sexual y del embarazo adolescente.

La campaña también insta a las y los ciudadanos a ser parte de la solución denunciando cualquier caso de abuso a las líneas 147 (Fono ayuda) o 911 (Policía Nacional). La historia de Fátima podría haber sido otra si se actuaba respetando sus derechos. #TodosSomosResponsables.